Se lo ve riendo y muy relajado. Andreas Lubitz tenía 20 años cuando tomó estas clases de vuelo, a bordo de un aeroplano. Luego ingresaría a la escuela de Bremen de Lutthansa. Un año después tendría que suspender 6 meses su formación por una crisis de depresión severa.
Este episodio quedó constatado en el acta sobre el copiloto del departamento de tráfico aéreo alemán bajo el código "SIC", que se refiere a la necesidad de que el afectado se someta a "revisiones médicas regulares". Pero sus cuadros de depresión quedaron ocultas por las buenas calificaciones.
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El diario germano Bild am Sonntag informó durante el fin de semana que los investigadores habían encontrado pruebas de que Lubitz temía además perder la vista, aparentemente por un desprendimiento de retina. Aunque no estaba claro si eso se debió a una falla orgánica o a una enfermedad psicosomática, que es cuando se sospecha que un problema físico es provocado o agravado por factores psicológicos como por ejemplo el stress.
La misma publicación también informó de cómo el capitán del A-320 gritó "¡Abre la maldita puerta!" al copiloto al tratar de volver a la cabina cerrada con pestillo antes de la caída del avión el martes pasado